martes, 1 de diciembre de 2009

‘Paranormal Activity’



Con Hollywood pasa como con el cuento de Pedro y el Lobo, que de tanto vendernos motos acabamos por no creernos nada. Y algo así ha pasado con ‘Paranormal Activity’, que así a primeras da repelús no por los posibles sustos del filme sino por la campaña de marketing desproporcionada que se han marcado sus distribuidores. Máxime con el recuerdo presente del caso de ‘La Bruja de Blair’, poca chicha para tanto ruido mediático que se confirmó, como era de esperar, como el gran bluff de la temporada y, si nos apuras, hasta de la historia del cine al completo. Lo cierto es que resulta imposible no establecer conexiones entre ambos títulos: su pequeño presupuesto, su originalidad en el planteamiento de rodaje, el miedo irracional… Pero hay algo que hace superior a la película que se estrena ahora que aquella historia de mocos, gorros de lanas y casas abandonadas, y es su mala hostia al atacarnos donde más nos duele para acojonarnos. Porque el cine, y en general cualquier historia, funciona por identificación. Y seamos sinceros. ¿Cuántos nos hemos perdido en un bosque? ¿Alguien? ¿Dust? ¿Y cuántos aquí dormimos cada noche? Pues eso.
‘Paranormal Activity’, que en el fondo es un poco tontada, no os vamos a engañar, cuenta la historia de una pareja que vive en las afueras de San Diego. Ella está convencida de que por la noche hay una presencia que la visita, y él, para comprobar que se equivoca, decide grabarse todas las noches para al día siguiente ver juntos qué pasa mientras duermen. Así se construye este filme efectista y efectivo. Con una habitación, un plano fijo, una cama, dos personas, unos cuantos sustos y una escena repetida que desde ya está destinada a formar parte del subconsciente colectivo del terror como las cuchillas de Freddy, la cara de Jack Nicholson cruzando la puerta en ‘El Resplandor’ o Regan girando su cabeza en ‘El exorcista’. Una gozada de experiencia. La tensión está muy bien construida, los efectos son simples y por eso funcionan, ninguno de los actores dan ganas de estrangularlos y el final, sólo el final, chirría como para sentirte estafado. Dicen que es cosa de Spielberg, que en el 2007, cuando se rodó, era otro. Ya veis, los genios también se equivocan.

Por supuesto que es muy posible que salgas del cine pensando que vaya mierda de película. Incluso que para hacerte el guay le digas a tus amigos que pasen de ir al cine a ver semejante truño grabado en cámara de vídeo. Pero un día, en la cama, te acordaras de las pisadas invisibles, de las presiones en el colchón o de los golpes de puertas en mitad de la noche. Y empezarás a sentir que alguien te mira, los pelos de la nuca se te erizarán y tendrás que encender la luz para no volverte loco. Tarda en pasar esta paranoia, más o menos una semana, pero será entonces, en la oscuridad de tu cuarto, cuando aceptarás que Oren Peli sabía lo que se hacía. Revelación, sin duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario