martes, 21 de abril de 2009

“A Woman A Man Walked By” - PJ Harvey & John Parish


Extravagantes, obscuros, experimentales y con un chingo de agallas. Así son los pasajes sonoros creados por PJ Harvey y John Parish para su más reciente producción discográfica A Woman A Man Walked By.

Producción llena de extremos en la que el dúo ha incorporado el folk, el rock y hasta ritmos de vals para producir una mezcla explosiva que lo mismo alcanza la gloria que el infierno pero nunca, nunca se va por el camino fácil.

El momento más comercial del disco de hecho es el track abridor “Black Hearted Love”, una canción de estructura clásica tanto en melodía como en letra, en la que PJ canta completamente apasionada “When you call out my name in rapture, I volunteer my soul for murder” (Cuando me nombras en éxtasis, ofrezco mi alma para un asesinato).

A ésta le sigue un caos auditivo llamado “Sixteen, Fifteen, Fourteen” y una especie de folk valseado llamado ”Leaving California”, en la que PJ nos cuenta con un muy apasionado falseto, las desdichas de vivir (y al final abandonar) un lugar tan opuesto a uno mismo; en este caso esa California que para muchos parece ser el sueño dorado.


Los decibeles suben nuevamente con “The Chair”, momento en el que se estanca un poco el disco. Y es que tanto en éste como en el siguiente track “Abril”, la manera de componer de estos dos ( Harvish la melodía y PJ vocales y letra) parece haber creado una brecha entre ambos componentes con resultados bastante flojos.

Esta dicotomía también parece haberse traducido en la elección del orden de las canciones, ya que a cada tema estruendoso le sigue uno tranquilo. Por ejemplo, mientras que en la agresiva “Pig Will Not” y en el track que le da nombre al disco los gritos de la Harvey se muestran explícitos (“I want your fucking ass”), los temas intermedios, “The Soldiers” y “Passionless, Poilintless”, son prácticamente baladas con letras imaginativas y sumamente densas. El final de hecho llega con una balada llamada “Cracks In The Canvas”, una especie de poema musicalizado que funciona perfectamente para terminar un disco como este.

Un álbum que definitivamente no es fácil de digerir, ni apuesta a repetirse o regalar momentos de gozo. De hecho es lo opuesto: diez temas envueltos en texturas bien enredadas que piden paciencia para develar su contenido. Y esta paciencia rinde frutos en canciones como el tema inicial o “The Soldiers”, aunque también tiene sus momentos impenetrables.

Finalmente, este es un disco para fans de PJ y Parish y uno que otro aventurero. No es una producción necesaria pero si bienvenida, construida por un magnifico guitarrista y una gloriosa vocalista en (casi) perfecta comunión.

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